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viernes, 21 de septiembre de 2007

Solo es un pensamiento...





Its just a thought
But Ive noticed somethin strange,
Gettin harder to explain;
All the years are passin bye and bye,
Still I dont know what makes it go;
Who said to wait and youll see?

Its just a thought
But I wondered if you knew
That the song up there is you.
They cant take it from you
If you dont give it away;
Dont give it away; ooh (its given away.)

Its just a thought
But the word has come too late
That a bad idea will take
Just about a lifetime to explain,
And dont you see,
Good ones gonna be much longer;
Whos gonna wait, just to see?


***


De repente tenía los ojos vendados.

- Abre la boca. – y una nueva cucharada de alguna deliciosa crema preparada para mi me deleitaba con un arco iris de sabores. La paladeaba lánguidamente, hasta que no quedaba nada más que el paladar que había depuesto en mi boca. – muy bien pequeña, muy bien.

- Gracias Mi Señor. – respondía a su voz. Al mismo tiempo me preguntaba si interpretaba un papel para él o realmente me sentía cómoda en aquellas circunstancias.

- Eres preciosa. Abre la boca. – una mano me cogió la barbilla con delicadeza levantando mi cabeza y sobre mi labio se apoyó un fino cristal frío, seguido de un riego de vino tinto, intensamente afrutado y dulce, que inundó mi paladar. Y al tragarlo no pude evitar relamerme, pasando suavemente mi lengua por los labios.

- Gracias Mi Señor. – sus dedos recorrieron delicadamente mi boca, por primera vez en toda la noche sentí una agitación interior que me hizo encoger el vientre, colmar mi pecho de aire y suspirar.

- Creo que esto te está estorbando. – un metal frío, punzante, fino pasó entre mis pechos. No me hizo falta verlo para sentir que era un cuchillo de gran envergadura. Me puso nerviosa. Rompió la tela telo en dos liberando mis pechos y dejándolos desnudos ante sus ojos para su propio deleite. - ¿No confías en mi pequeña?

Sabía la respuesta, la respuesta era “Sí, Mi Señor” pero lo cierto era que no, sentir aquel metal afilado sobre mi cuerpo me hizo ponerme nerviosa, excitada al mismo tiempo también, pero nerviosa y temerosa, al fin y al cabo, yo no conocía a aquel hombre de nada, y me había puesto a su merced dejándome atar a una silla y vendarme los ojos. Lo mejor era no pensarlo, estaba bajo su voluntad y eso ay no tenía remedio.

- Mi Señor, sino confiara en ti, ¿Por qué iba a estar atada a una silla y con los ojos vendados? Dispuesta para lo que quiera hacer conmigo. Soy suya.

- Eres una putita lista… - sentí su voz cerca de mi, a mi lado, por debajo de mis oídos. Estaba inclinado sobre mí. Su lengua rozó uno de mis pezones. Y otro suspiro se escapó por mi boca.

Mis piernas dejaron de sentir la opresión de las cuerdas que me unían los tobillos a las patas traseras de la silla. Después fueron mis muñecas. Me sentí orgullosa de haber dado la respuesta correcta. Gracias a ella me liberaba de mis ataduras.

- En pie – su voz se hizo grave y firme. Yo no podía entender por qué ese cambio de actitud tan brusco. Pero obedecí sin pensármelo. – separa las piernas. De nuevo sentí como algo rodeaba mis tobillos. Oí ruido de cadenas, pero era cuero lo que tenía sobre mi piel. Cuando terminó de abrocharme las correas y se separó de mí, sentí entre mis piernas algo rígido que me impedía juntarlas y que me hizo perder el equilibrio, él me recogió en sus brazos. – tranquila pequeña, yo estoy aquí. – acto seguido juntó mis muñecas, las rodeó con correas unidas por una cadena que tintineaba y me tiraba hacia delante.

Por unos instantes solo pude escuchar el ruido de las cadenas entrechocando unas con otras, mis brazos fueron obligados a elevarse por encima de mi cabeza. Mis pies se elevaron del suelo unos centímetros. Estaba suspendida en el aire.

De nuevo, el metal punzante sobre mi piel, esta vez sobre mi vientre, dibujaba círculos, se podía oír cómo su afilada cuchilla rozaba mi piel, se metía entre la gomita de mis bragas y bajaba por mi pubis.

- Tienes que confiar en mí, pequeña, ¿eres una buena putita? – Su voz era firme, y eso me producía seguridad.

- Sí, Mi Señor...





(CONTINUARÁ...)

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